Siempre he pensado que al hablar de un Rotario, hablamos de un líder.

Por; Diana Ortiz 
Club Rotario Urabá

Siempre he pensado que al hablar de un rotario hablamos de un líder, un líder ejemplo en una sociedad, alguien con valores y sobre todo un gran amigo y compañero... Hmmmm, y ahora que lo pienso he conocido varios a quien puedo dedicarles esta columna, pero mi inspiración nace del dolor profundo de ver partir a un ejemplo de lo que es ser un rotario; realmente si soy sincera lo conocí hace 3 años cuando llegamos con mi esposo al ahora nuestro club, un hombre de rostro sonriente pero firme, con voz fuerte y pensamientos claros que con un abrazo y un apretón de manos nos dio la bienvenida.

No nos demoramos mucho en empezar a conocer quién era realmente nuestro anfitrión Jesús Correa Pérez, a quien de cariño llamábamos Chucho; un boyacense de nacimiento enamorado de Urabá, referente de la región, un líder nato y un exitoso empresario que hace 20 años convoco a un grupo de líderes empresarios y amigos a unas reuniones donde les dio a conocer con cooperación del Club Medellín Occidente, los fundamentos del rotarismo contagiándolos del liderazgo y el servicio que nos caracteriza. Luego de varias reuniones el 4 de agosto de 1999 se completó el número de 30 socios para fundar el Club rotario de Urabá y un año después Rotary internacional hace entrega de la carta constitutiva el 28 de marzo del 2000, haciendo parte del distrito 4280. 

Y es así como inicia de la mano de nuestro socio fundador como primer presidente una historia donde el Club rotario se ha destacado por su servicio a la comunidad y por el trabajo arduo y constante de un grupo de amigos que ha ido cambiando, creciendo y fortaleciéndose con una inmensa vocación de servicio, siendo al día de hoy 20 socios que aprendimos de ese líder que con carisma y don de gentes nos fue mostrando que ayudar al otro es un aliciente para el alma y que un equipo de amigos se puede convertir en una familia.
Para nosotros siempre estarás en nuestro corazón, te despedimos con un inmenso dolor, pero con la felicidad y gratitud de haberte conocido, de haber aprendido y sobre todo de haber valorado, de haber compartido sonrisas y discutido ideas, un visionario con espíritu de servicio y alma de rotario.