Por; María Victoria Jimenez - CR Medellín
Esa frase, así expresada, conlleva toda la magia de Rotary y para Leyla Jasbon, ha sido el acicate para su trabajo y para entender que el trabajo con la comunidad en el rotarismo, arranca desde la escucha, porque cuando se escucha con atención lo que la gente necesita, la satisfacción del deber cumplido no se hace esperar.
Veinte años como rotaria y 30 como dama rotaria, la califican como una gran socia de su club Bucaramanga, en donde ha ocupado todos los cargos que existen y no solo ahí, sino también dentro del distrito 4271, en donde ha desempeñado diferentes cargos. Ella misma dice, que se ha convertido en una “tapahuecos” porque para donde la nombran acepta. Leyla es reconocida como una gran rotaria y su trabajo con la comunidad, que es el que más le gusta hacer, la ha destacado más, pues se ha dedicado a escuchar las necesidades de su gente y ha conseguido ser la fundadora de muchas microempresas que actualmente siguen funcionando y les han dado el sustento a miles de familias.
Es una mujer de ideas, sueña y todo le sale, es reconocida porque por donde pasa hace amigos, hasta en los aviones, saluda el vecino y después, el nuevo mejor amigo, le da aportes para sus obras, por eso dice, que tiene cara de limosnera, aunque en la actualidad, ya no tienen que pedir, sino que le dan, porque todos en su tierra saben que ella vive todos los días y todo el tiempo su comunidad y sus obras son reales y tangibles. Tiene, por ejemplo, microempresas de carros de tintos, y tiene una central para mirar los carritos, observar que tanto los cuidan y luego que el dueño, termina de pagarlo, los va soltando porque ya son capaces de seguir adelante. Tiene una fábrica de zapatos, porque les dio apoyo económico y capacitación a cinco mujeres cabezas de familia que se quedaron sin puesto y allí fabrican y maquilan zapatos y son hasta vendedoras, van de pueblo en pueblo ofreciendo sus productos y han crecido al punto de seguir adelante solas. También apoyó la creación de una fábrica de arepas santandereanas, a dos personas de su comunidad y en la actualidad producen 3 mil arepas que venden en los fines de semana, pero no solo las apoya, las hace ahorrar el 20 por ciento de lo que producen, y ya pudieron comprar casa, pagan impuestos y de eso viven varias familias. Y como esto, tiene más, como vendedores con puestos de frutas, de maní, de juegos, de libros que no se usan y con eso viven los viejos que no pueden trabajar y salen adelante.
Leila Jasbon tiene todo su día ocupado, dice que,” Rotary es un vicio que no puedo dejar, me ocupa las 24 horas porque hasta en las noches atiendo a la gente. Ella es una mujer admirable, simpática, físicamente bella y con su carisma conquista y atrae el bienestar de las comunidades que se ven beneficiadas por ella. Eso y sus obras el hecho merecedoras de muchos premios y reconocimiento, pero destaca el que le dieron en Mérida (México) durante un Instituto Rotario y fue el Premio Jorge Aufranc, por ser mejor rotaria.
Nuestra rotaria destacada Leyla, es una mujer de esas aventadas, sin pena porque como no pide para ella, todo lo sale bien, le ha dado la vuelta al mundo machacando el inglés, y no se pierde reunión rotaria del país a donde vaya. Busca cual Club está más cerca y allá les cae. Se presenta, cuenta lo que hace y normalmente encuentra patrocinio para sus obras. Siempre es bien recibida. Pero ella, no solo trabaja con los rotarios, también tiene la Fundación Jasbon, heredada de su esposo, el cual murió hace 20 años y fue un excelente médico pediatra y rotario y le enseñó lo que sabe, de tal forma que, en esa Fundación cuida y protege a los niños mas vulnerables, al punto que su mayor satisfacción es disfrutar de la sonrisa de un niño, al cual ha logrado darle un tratamiento justo y recuperarlo para la vida.
Su paso por el rotarismo le ha enseñado que la mejor forma de atrae nuevos socios y especialmente jóvenes, es modelar con el ejemplo, es contarles las historias que cada socio tiene, es buscar la mejor forma de poner cuotas mensuales más accesibles y es una convencida de que cuando ellos vean el trabajo que se hace, de una se enamoran de Rotary, porque en los clubes se trabaja con y para las comunidades y escuchando sus necesidades, que son todas distintas, y empapándose de lo que es la gente, ellos salen adelante y de paso se va despertando el espíritu de solidaridad, de compañerismo y de ayuda.
Cuando uno habla de la amistad, Leyla se enorgullece de tener buenos amigos en todas partes del mundo, pues ha asistido a 16 convenciones mundiales y ha visitado 66 países diferentes donde ha compensado visitando clubes rotarios.
La vida de Leyla Jasbon, es meritoria, ejemplar, encarna por sí misma el espíritu rotario y cumple con todas las características de un buen socio y de un excelente rotario pues decidió serlo para devolverle a la vida, algo de lo generosa que ha sido con ella y espera dejar esa semilla a sus hijos y nietos.