EL SIGNIFICADO DE LA FAMILIA

Por; STEPHANIE A. URCHICK

Presidenta de Rotary International 

 

La magia de Rotary es la pertenencia, y este es un sentimiento que puede aparecer cuando menos lo esperas.


A principios de año visité Eslovaquia como representante del presidente durante un viaje de seis semanas por Europa. Cuando escribí a Katarina Cechova, entonces gobernadora del Distrito 2240, le conté que mi abuela Veronica Zilka creció en un pequeño pueblo de la zona antes de establecerse en Estados Unidos.


Cechova no tardó en localizar el pueblo de mi abuela, Jakubova Vol’a. Ella incluso me organizó una visita, en la que recibí una inolvidable bienvenida eslovaca.


Cuando llegué al centro comunitario de Jakubova Vol’a, me recibió una pequeña multitud vestida con ropa tradicional eslovaca. Cuando comenzaron a cantar, sus bellas y potentes voces centroeuropeas me hicieron recordar a mi abuela.


En muchos casos, cuando las familias se reúnen, juegan a las cartas o a otros juegos. Cuando yo era pequeña, mi padre tocaba el acordeón y toda la familia cantaba. Mi abuela tenía una voz impresionante.


Cuando entré en el centro comunitario y oí la música tradicional de mi infancia y cuando vi a una mujer tocar el acordeón como lo tocaba mi padre, me sentí de repente como una niña pequeña sentada en casa de mi abuela en Monessen, Pensilvania. Los recuerdos me hicieron saltar las lágrimas.


Pero la magia no acabó ahí. La gobernadora Cechova se superó a sí misma. Un genealogista local trabajó con un videógrafo para hacer un cortometraje sobre mi abuela. Lo vimos todos juntos en el centro comunitario.


Cuando terminó, me di la vuelta y vi a un hombre de pie al fondo de la sala. Pronto supe que aquel desconocido, Frantisek Zilka, era en realidad mi primo segundo. Su abuela y la mía eran hermanas. Sentí como si me hubiera caído un rayo.


Visité la casa de mi recién descubierto primo, que resultó ser la casa donde nació mi abuela. Allí me enseñó viejas fotografías que nunca había visto de mi padre, mi tío y mi abuela.


Desde entonces, no puedo dejar de pensar en mi familia de Rotary. Cuando me refiero a ustedes como a «mi familia», no lo hago solo para ser amable. Realmente considero a todos en Rotary como mi familia. Pero nunca habría imaginado que mi familia de Rotary me daría a conocer a familiares personales cuya existencia no conocía.


Sentada en aquel centro comunitario, escuchando la música tradicional eslovaca de mi infancia, sentí una gran alegría y un profundo sentimiento de pertenencia. Estoy muy agradecida a la Gobernadora Cechova y a todos los que contribuyeron a hacer realidad esa experiencia mágica.


Como socios de Rotary, disponemos de una oportunidad única de compartir la misma magia entre nosotros y con el mundo. Les insto a pensar en cómo podrían contribuir a difundir esa magia y asegurarse de que otros socios de sus clubes, es decir, otros miembros de nuestra familia de Rotary, sientan que realmente pertenecen a ella.

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